SECCIONES

viernes, 27 de junio de 2014

Educación ejemplar

                Educación ejemplar

No te duelas si alguien te cuenta que tu hijo
tiene deudas y miente y anda en negocios turbios.
Siempre me repetiste que tú le enseñarías
a ser buen ciudadano si seguía tu ejemplo.
 José Agustín Goytisolo
Poesía, Edición de Carme Riera,
Ed. Cátedra, Letras Hispánicas,
Pág. 324.

Desde luego, yo soy partidario de enseñar, de educar, con el ejemplo; creo en el contagio, en el aprendizaje por imitación, por impregnación, pero…, claro…, no todo el mundo puede predicar con el ejemplo.

viernes, 20 de junio de 2014

El maratapón

Lo que sigue a continuación es pura ficción y cualquier parecido con la realidad, una coincidencia.
—Acho, Yony, tío, m’henterao qu‘el sábado que viene tenemos, aquí en Santogudo, un nuevo maratapón; reconócelo, picha, en tu pueblo no tenéis tanta marcha. ¡Menudos pringaos!
—¿Y qué es un maratapón?
—Pues, un maratón de tapas.
—M’he quedao como antes.
—¿Tampoco sabes lo qu’es un maratón de tapas? Pero… ¿tú de dónde sales? Bueno… un maratón de tapas…, un maratapón... es… una pasada. A ver cómo te lo explico. Es una especie de turné, por distintos bares del pueblo —bien abastecíos de bebercio y comercio para la ocasión—, locales que la gente recorre provista de unos vales que le permiten beber cerveza —o…— y tomar tapas, a tutiplén, todo a un precio barato, con mucha música y una marcha que te cagas. ¡Menudos peos cogemos!
—¿Barato, dices?
—Sí, porque está subvencionado, creo. Dicen que el Ayuntamiento apoquina, se gasta una pasta. ¿No ves que le interesa tenernos contentos? Somos el futuro, tío.
—Y… ¿te tomas unas cañas y te vas a comer?
—No, ¡qué va!, si dura casi to'el día. Suele comenzar sobre las doce y terminar a las ocho de la tarde.
—¿Y no es aburrío, después de dos o tres cañas… tanto de lo mismo?
—No, la mayoría de la gente enseguida se pone guapa, y disfruta de lo lindo. Los únicos que se quejan son los vecinos de los bares participantes, porque dicen que se monta una muy gorda, que si se hace mucho ruido, que si se queda todo sembrao de basura, que si vaya un ejemplo para los menores... Pero, ¿sabes lo que creo?: que son unos quejicas; total, por el volumen elevao de la música y unas cuantas meás y vomitonas, no creo que sea para tanto. Por cierto, en el último maratapón, la Juani se puso ciega, no podía aguantar más y tuvo que aprovechar las cocheras de un edificio cercano; allí meó y cagó, la cabrona, entre dos coches. El Sebas y yo, para evitar que la individua se quedara dentro con los coches, estuvimos pendientes de la puerta del garaje para bloquearla y que no se cerrara. 
—Oye, pues tiene su punto de riesgo.
—No mucho. ¡A no ser que te accidentes…! ¿qué te puede ocurrir? ¿una indisposición momentánea? ¿sordera producía por el ruido? ¿que la ambulancia tenga que llevarse a alguien con un coma etílico?; no es pa tanto, es lo máximo que puede pasar.
—¿Y has dicho que vais de un sitio a otro?
—¡Pero qué torpe eres, Yony! ¿Por qué te crees que le dicen maratón? Ya t’he dicho que es una turné, que vamos de bar en bar, de un lugar a otro, chupando. Y lo mejor viene por la tarde; entonces nos juntamos mogollón de gente en el Bar del Asnalfa.
—¿El Asnalfa?
—El bar no se llama así; eso se lo decimos nosotros a él; el apodo viene, según unos, de asnalfabeto, y según otros, de asnalfabestia, porque ¡menudo es el tío!; pequeño y delgao, pero qué bruto; es el que más aguanta la fiesta, ¡hasta la noche!, y el que más marcha mete con la música: hasta te zumban los oídos. ¡Si vieras cómo te pega el ruido en el pecho!: ¡¡¡bumba bumba bumba bumba!!! Parece que te va a tirar p’atrás. Fíjate que la última vez vino un amigo mío algo tiquismiquis, El Delicatessen, y no pudo resistirlo, se tuvo que largar porque no soportaba tanto decibelio.
—¿Y la policía?
—¡Bah!, hace la vista gorda. Ese día hay bula. Además, El Asnalfa dice que la tiene comprá, que comen de su mano y que se la suda lo que piensen los vecinos, que el que no quiera trigo que no vaya a la era. Así que nosotros… tranquilos, puedes mear donde quieras, cagar, vomitar… montar la que quieras: no pasa na.
—Pues m’alegro.
—Yo m’estoy preparando ya; pienso dar la nota, y nunca mejor dicho porque m’he inventao un himno, el del marataponero.
—¿El himno del marataponero?
—Sí, ¡atento!, utilizo la palabra maratapón y la repito con el ritmo del estribillo d'El Porompompero. Primero pensé en el Bolero de Ravel para que se notara que estudio percusión, pero al final se ha impuesto lo español. Verás, verás cómo disfruta la gente. Escucha:
ma-ra-ta-pón
ma-ra-ta ma-ra-ta pó-ón ta-pón
ma-ra-ta ma-ra-ta pó-ón ta-pón
ma-ra-ta ma-ra-ta-pón
—Qué guay, tío, mola cantidad.
—Pues de eso se trata, de disfrutar, de coger un peo y pasarlo… dabuten.
—Bueno… pues eso: ¡a pasarlo bien… dabuten!